Lo indefinido como frontera de la existencia.

Una ilustración abstracta y surrealista. Una línea divisoria vertical separa un fondo gris y sólido a la izquierda, que representa el vacío indefinido, de una composición de esferas superpuestas y un espiral de Fibonacci, que simboliza la existencia y la conexión de las conciencias.
Del lado de la existencia, las conciencias se expanden y se entrelazan.

Si alguna vez te perdiste tratando de comprender la diferencia entre el infinito y la eternidad, entre el ser y el no ser, entre el todo y la nada, o entre la conciencia y la inconsciencia… bienvenida, bienvenido al mundo de la metafísica.

Estas preguntas atraviesan tanto las teorías científicas como las creencias religiosas. Todas buscan matrices para explicar la realidad. Y en ese esfuerzo, mentes brillantes y espíritus inquietos se consumen en la avidez de encontrar un punto de apoyo para sus búsquedas.

Imaginemos una hoja en blanco, infinita hacia arriba, hacia abajo y hacia la derecha. El único margen que no se prolonga es el de la izquierda. Ese límite es lo indefinido.

De izquierda a derecha, de arriba a abajo, se despliega el campo de la existencia. Allí ocurre todo lo que puede ser, no ser, crearse o desvanecerse. A la izquierda, más allá del margen, está lo que no podemos nombrar ni comprender.

Encontrar esta frontera no es una limitación, sino una oportunidad. El borde de lo indefinido nos permite comprender conceptos abstractos como infinito, eternidad o conciencia.

Hacia la derecha están el todo y la nada, lo posible y lo imposible, el tiempo y el no-tiempo. Y nosotros existimos en medio de ese campo. No podemos comprenderlo todo, pero sí podemos interactuar con ello, porque somos parte de ese todo y también de esa nada.

Los humanos solemos explicar la existencia desde dos polos: un universo inconsciente o una conciencia creadora. Esa dualidad refleja tanto nuestra manera de percibir como la forma en que la existencia parece manifestarse.

En mi visión, la conciencia y la materia se expanden juntas. Y lo hacen en la medida en que la mente, el espíritu y el alma se integran. Hoy, como homo sapiens, vivimos una expansión acelerada de la mente, que arrastra al alma y al espíritu. Y en ciertos círculos, lo espiritual y lo álmico ya avanzan más rápido que lo mental.

Por eso, la conciencia humana se expande, permitiéndonos alcanzar nuevos niveles de conexión, de comprensión y de integración.

Estamos en una conciencia humana, en un universo físico que se expande junto a otros universos y otras conciencias. Tal vez nunca crucemos la frontera hacia lo indefinido.

Pero si esta matriz tiene correlato con la realidad, tendremos una eternidad para intentarlo.

Y mientras tanto, vivir no deja de ser eso: un ensayo de eternidad.

Desde tu ahora, en mi pasado, gracias por este presente.

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