Tejedor de realidades

Tejedor de realidades
¿Qué lana usamos para tejer nuestra realidad?

En estos días, un nuevo cambio en mi vida se avecina. Nuevos vórtices en los cuales la realidad, los sueños y los miedos se cruzan, generando dentro nuestro universos paralelos de posibilidades.

Cada universo tiene sus propias lógicas, sus causas y sus posibles consecuencias. En el universo de los sueños por cumplirse, todas las expectativas de cambio justifican la decisión. En el de los miedos, todas las pesadillas tienen su justificada y dramática razón para que se materialicen.

La realidad, por otro lado, avanza sin detenerse. El tiempo obliga a la toma de decisiones y empuja a que lo que deba ser se manifieste. Y en ese tejido de universos se van uniendo los nudos de nuestras decisiones, que se manifiestan en la realidad cual manta que se materializa mientras se teje.

Desde el pensamiento aristotélico, la esencia de la verdad se manifiesta en la realidad que somos capaces de percibir, y esa no es más que el pasado que se va uniendo en los nudos de la lana. No importan los universos paralelos de posibilidades infinitas; una vez que la manta toma forma, lo que podría haber sido ya no será.

Entonces, nos volvemos a dar cuenta de que somos los tejedores de esos mundos que, cual mural a ser exhibido en las galerías de nuestra existencia, tienen solamente una expresión. Por eso vemos tantas mantas tejidas de maneras diversas; cada una representa una realidad y una forma de haber sido creada. Los colores, el tipo de lana, la forma de sus nudos, las tensiones con las que fueron cinchados, las formas y los tiempos que llevaron construirlas tienen las huellas de los universos que se unieron en cada punto.

Cada manta refleja a un tejedor y sus tiempos. Cuando llegue el momento de cerrar el último punto, habrá quedado terminada. Pero antes de que eso pase, nuestro desafío es combinar cada lana de posibilidades en puntos que reflejen quienes somos de una manera auténtica y, al mismo tiempo, dándonos la posibilidad de cambiar la forma de hacerla.

No es una obligación tejer la manta que nos enseñan que se debe realizar. Es una elección construir una que, a medida que cobra forma, nos haga sentir cómodos con ella. Creo que la comodidad estará dada por hacer una que no sea pesada por la tensión de nuestros miedos, ni liviana por la evanescencia de nuestros sueños, sino que, en el equilibrio entre tensiones, la realidad sea la manta cómoda que nos abrigue las noches de miedo y la corramos fácilmente por la mañana para soñar.

Y en este momento donde estoy tejiendo la manta de una nueva realidad, respiro, siento y dejo que el corazón guíe esos puntos. Sin la mente que advierte, ni el espíritu que sueña, sino el amor que sabe que lo que construye es sincero y en el punto justo. Así, cuando miremos para atrás, encontremos uniones de amor. Esa manta será siempre una caricia al alma, para nosotros y para quienes la necesiten cuando quieran unir algunos nudos de una manta compartida.

Desde tu ahora, en mi pasado, gracias por este presente.

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