Espacios vacíos

El cosmos, como la vida.

El cosmos y la vida tienen algo en común: un origen incierto y un destino indefinido. Y al igual que en el espacio, en la experiencia humana hay más vacíos que espacios llenos.

Pero hay una diferencia importante: el universo no necesita llenar sus vacíos; de hecho, crece más y más creando nuevos espacios sin llenar. Nosotros, en cambio, sentimos la necesidad de llenar esos espacios. Donde hubo estrellas, quedan dolores y no podemos simplemente dejarlos vacíos. Creemos que algo debe ocupar esos lugares.

Las emociones son nuestra materialidad; sin ellas, no podemos visualizarnos ni sentirnos. Nos dan la densidad que nos permite identificarnos con lo que creemos ser. Tal vez sea por eso que nuestros dolores son tan importantes para nosotros, que no los queremos dejar ir. Porque si ellos no están, queda un espacio vacío.

Somos sentido; el vacío, no lo es. Y no podemos convivir con lo que no tiene nombre. Aunque nos parezca extraño, preferimos un dolor a la nada.

El espacio nos enseña que el infinito se expande gracias al vacío. Soltar el dolor, dejar en su lugar un vacío sin sentido, es lo que te permite crecer, expandirte, alcanzar nuevas fronteras.

Dejarle el espacio vacío al dolor que existió es lo que llamamos sanar. Y el cosmos nos enseña una cosa más: nada se pierde, todo se transforma. Donde hubo un dolor que ya no es, surge la posibilidad de que el amor se manifieste para ser.

Desde tu ahora, en mi pasado, gracias por este presente.

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