Soledad

Hoy elijo visitar la soledad, no es por dolor, por heridas del pasado o por sentir que nada me importa. Simplemente quiero experimentarla, encontrarme en ella, sentirla, mirarla a la cara y sentarme a charlar y conocerla.
Quiero escucharla, ver qué tiene para enseñarme, preguntarle por qué se esconde tras las falsas presencias de quienes no estarán cuando los necesite. Quiero saber qué tan amiga de la muerte es… ¿realmente andan juntas? ¿O es otra de sus artimañas para que no la busquemos?
Juzgo que no es tan mala como pienso, sino que es muy tímida. No sabe cuán valiosa es y por eso elige ser despreciada y temida… al final, tal vez mi juicio se convierte en mi condena.
Al conocerla de cerca, me doy cuenta de su valor: sabe de las cosas importantes de la vida, no vive encerrada en falsas relaciones y no necesita del otro para estar en paz.
Según ella, es muy sabia, buena amiga y pésima compañera. Me dijo que la visite cuando quiera, pero que no me confunda de casa: la depresión, su melliza, vive al lado. Ella sí es una excelente compañera, pero una muy ignorante y pésima amiga.
Con la soledad como amiga, hoy aprendí a disfrutar mucho más de mis compañías.
Desde tu ahora, en mi pasado, gracias por este presente.