La era de las micro religiones.

Expansión creativa o automatización de la ignorancia.

La característica principal de las religiones populares es la de otorgar una cosmovisión integrada de lo que es el ser humano, su vida y su realidad. Esto, para los fieles, entre otras muchas cosas, es la manera de crear en el interior de la comunidad un sentimiento de coherencia entre el modo de vivir y la forma en que se cree debe hacerse según los dogmas de dicha religión.

En general, es una manera muy práctica de encontrar respuestas a las preguntas existenciales, ya que los relatos se explican a sí mismos. Sobre la base de una realidad capaz de existir más allá de los límites de la realidad física, tal como la experimentamos en la dimensión tangible, todo es posible y puede ser argumentado dentro del mismo relato.

No quiero extenderme aquí sobre el concepto de religión y las implicancias que ha tenido para la creación de la vida en sociedad, sino sobre un fenómeno que veo como emergente a partir de la generación masiva de información sobre nuevos relatos cosmogónicos.

En el mundo digital abundan publicaciones sobre relatos que explican la realidad de maneras diversas, algunas sobre la base de la reformulación de las viejas religiones, con agregados new age, y otras con nuevos descubrimientos científicos; otras, reinventando los orígenes del cosmos con nuevos seres que reemplazan a los antiguos dioses.

Los nuevos relicarios de estas microreligiones son las energías, las vibraciones, el universo y el amor. Donde penetra con fuerza el poder de la intención para la creación de la realidad deseada, como una nueva forma de oración.

En esta diáspora de creencias, todos tomamos algo de estos relatos y los usamos como nuestras nuevas biblias. A diferencia de hace unas décadas, cuando comprábamos un tomo con toda la información, hoy esa biblia se renueva todos los días con los algoritmos que nos refuerzan esa creencia al mostrarnos contenidos similares. Son pequeñas cárceles conceptuales que nosotros mismos construimos y que, con el paso del tiempo, esos barrotes se vuelven partes imperceptibles del paisaje.

El desafío ante las religiones no es no creerles, sino no el cuestionarlas, porque, en definitiva, somos seres creadores de la realidad en la que vivimos, no la externa, sino la interna, que es la única microrealidad que existe para cada uno de nosotros.

La visualización que hago del cambio de paradigma de las religiones populares al de las microreligiones es que se acentúa la mirada de la autopercepción como la única realidad válida. Ya que construyo mi visión sobre la idea de que es una visión universal, pero no es más que la unión de microrrelatos que voy ensamblando para darle forma a mi realidad universal.

Los que me leen saben que no soy de juzgar entre el bien y el mal, puesto que la vida no viene con garantías de fábrica. Se hace lo que se puede y, si tenemos suerte, encontramos nuestra propia receta para sentirnos bien. Pero sí soy de los que piensan que tenemos libertad para pensar dentro de un universo de opciones que seamos capaces de crear, y de seleccionar aquellas que se adecuen mejor a los principios básicos de la coexistencia pacífica entre las personas y el medioambiente. Por eso, en la era de las microreligiones, veo el despertar de una forma particular de humanidad, donde vamos a encontrar la legitimación para que las creencias individuales tengan un relato creativo que les dé sustento a las microrealidades universales.

Tal vez por mis casi cincuenta años, añoro las discusiones sobre qué religión expresa la verdad universal y se adecua más a mis experiencias empíricas. Pero esas discusiones me dejaron algo que para mí es muy valioso: el no creer, el no aceptar y el cuestionar, para después elegir qué creer, qué aceptar y qué seguir cuestionando.

Somos una especie realmente maravillosa, de la que pienso que conocemos realmente muy poco sobre qué y quiénes somos. Pero hasta aquí algo nos ha mantenido unidos, y fue la búsqueda de una verdad universal, algo que tal vez ni siquiera exista, o no en los términos en los que estamos acostumbrados a pensarla, pero que era una guía que nos ayudaba a que los esfuerzos se sinergien.

Hoy, con las microcosmo-visiones y las tecnologías que nos van a permitir crear y vivir en estas realidades digitales, me pregunto si no estamos asistiendo a una nueva forma de existencia donde el concepto de nómades digitales esté construyéndose literalmente.

Desde tu ahora, en mi pasado, gracias por este presente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio